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La información que leeréis a continuación proviene mayormente de mi propia experiencia, a partir de mis observaciones en los casos que trato.

En primer lugar, me gustaría destacar que aunque algunos de los usuarios compartan diagnóstico, no significa que vayan a reaccionar igual, y con la misma intensidad (respecto al área emocional y comportamental).

Por ejemplo, en usuarios con Trastorno del Espectro Autista (TEA), que como ya sabéis presentan dificultades de adaptación ante situaciones nuevas, generalmente suelen presentarse más reticentes al contacto inicial, pero para nada utilizan las mismas respuestas.

He tenido usuarios que cuando han empezado simplemente se han resistido a ese contacto y poco a poco han iniciado el acercamiento… otros que empezaron dando patadas y que al pasar un lapso de tiempo, estaban pegados a la pierna del caballo o al cuerpo del perro.

Lo que he averiguado es que cada usuario necesita un tiempo determinado para adquirir la información necesaria que le permita aprender un concepto o realizar una habilidad concreta. Que cada usuario es diferente, por lo que tiene una «vía de acceso» diferente… ¿o todos aprendemos igual y de la misma forma?

Pues lo mismo ocurre con los usuarios que presentan diversidad funcional: tienen sus gustos, inquietudes, motivaciones… formas de ser que, al igual que a todos, les gusta y les agrada ser comprendidos.

Cuando realizamos el primer contacto éste no debe ser de ninguna manera de forma impositiva, aunque si es necesario, podemos guiarles en el momento de acercarse, con firmeza y confianza. Aunque, repito, debemos darles el tiempo que necesiten para afianzar ese paso y avanzar hacia el siguiente. Las prisas nunca son buenas, a parte de que podemos incrementar su estado de ansiedad, lo que promueve indirectamente que acabe intentando evitar la situación (ya sea el contacto, una habilidad, una tarea…).

En los primeros contactos me suelo centrar en realizar el vinculo entre el usuario y el animal, y que éste a lo largo del tiempo, se consolide. El vínculo emocional es el verdadero «pegamento», que acaba extrapolándose al terapeuta y asegurando la adherencia al tratamiento.

En los primeros contactos se empiezan a vencer los miedos, lo que significa que el usuario empieza también a aprender a sobreponerse a las diferentes situaciones planteadas y a ver hasta dónde es capaz de llegar, sorprendiéndose a sí mismo. De esta forma, lo que se consigue es que los usuarios se acaben focalizando en sus capacidades, además de lo que pueden llegar a hacer con ellas (lo que yo digo: «la revolución«).

Mientras unos necesitan varias sesiones para realizar el vínculo y depositar la suficiente confianza como para ir a lomos del animal o para abrazarle, otros en un primer contacto ya se muestran eufóricos simplemente al ver al animal… como en los casos en los que incluso asocian el casco al momento de la monta. Todo depende de cada individuo.

Por regla general, los adultos suelen ser más confiados que los niños y jóvenes, aunque siempre suele haber excepciones.

En los primeros contactos con algunos usuarios, he tenido la oportunidad de empezar a introducirles los cepillos equinos o perrunos, empezando a sembrar la semilla de la preocupación y la responsabilidad, primeramente hacia los animales e intentando que lo extrapolen hacia las personas (como el resto de conductas que aprenden en las sesiones).

La duración de estos primeros contactos suele ser de entre 20-25 minutos, y después se realiza una entrevista con los padres, otros familiares o tutores.

Es importante que tengamos el informe de cada uno de los usuarios, y que el médico especialista en cada caso certifique que puede realizar este tipo de terapias. Igualmente, como profesionales de estas terapias, sobretodo en el caso de las TAC, debemos conocer aquellas afectaciones en las que esta terapia es contraindicada o en las que se tiene que tener especial cuidado cuando se realizan.

Me gustaría destacar que no es conveniente decidir si un usuario debe continuar las sesiones sólo teniendo en cuenta el primer contacto. Los vínculos también tienen su tiempo de «maduración», aunque también es verdad que puede que nunca se de, por lo que deberíamos reconsiderar en ese momento futuro si de verdad le beneficia al usuario este tipo de terapia.

Debemos observar minuciosamente cada uno de los aspectos que se consideren necesarios y ser lo más profesionales posible decidiendo lo mejor para cada caso.

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