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El simple hecho de estar con un animal proporciona toda una serie de estímulos positivos que el usuario recibe y acaba influyendo es su estado anímico,  consiguiendo que estas personas se acaben superando día a día, mediante el esfuerzo, el trabajo y la constancia.

Que el usuario lleve al caballo del ramal pie a tierra y lo direccione, que lo cepille y se preocupe de su higiene y cómo está el animal, montarle… son tareas que refuerzan la autoestima y el autoconcepto, ya que no todo el mundo lleva a un caballo a «dar un paseo» en su día a día, un animal de gran tamaño y peso; por lo que además de trabajar estos aspectos nos permite mejorar también la confianza. Además, montar a caballo hace que todos estos sentimientos aumenten notablemente por todas las sensaciones que nos produce estar sentados encima del dorso del caballo, un animal que está vivo y que le acompaña, además de realizar todo lo que le pida el usuario; aquí también la confianza se ve reforzada porque es necesario que para que el usuario avance que éste deposite la mayor confianza en el animal inhibiendo los miedos e inseguridades.

Se pretende que las personas que acuden a estas terapias se preocupen de su animal y, por ello, con el paso del tiempo acaban desarrollando un vínculo afectivo con él. El objetivo terapéutico de esta relación afectiva, además de transmitirle sentimientos de amor, confianza y seguridad, es que en los casos donde haya dificultades a la hora de expresar y entender las emociones y sentimientos de otras personas, se pretende que se extrapolen todas estas conductas afectivas, igual que otras no afectivas aprendidas en las sesiones, a su vida cotidiana.

Los primeros contactos que se hacen con los animales, ya sean caballos o perros, son muy importantes porque pueden determinar en gran medida las sesiones posteriores; a una persona que le dan respeto los caballos y que no ha tenido ningún contacto previo con ellos, se la acercará al animal progresivamente y avanzando, haciendo que lo toque o no, dependiendo de lo que se preste el usuario y de cómo el terapeuta acabe consiguiendo acceder a él. Es importante que el primer contacto se haga adecuadamente para que el usuario gane confianza más fácilmente y lo relacione con algo positivo, aunque sea una terapia y no lo vea así.

Se consigue que los usuarios, a través de la realización de diferentes tareas o actividades propuestas por el terapeuta, se conozcan más así mismos y sean conscientes tanto de sus capacidades como de sus limitaciones y, a partir de ello, ir trabajando aquello que le afecte negativamente en su funcionamiento respecto a todas las áreas: física, emocional, cognitiva y social. En este aspecto y dando sentido a la temática de este artículo, el terapeuta planteará toda una serie de actividades con el objetivo terapéutico de trabajar la autoestima y el autoconcepto de la persona utilizando al animal como mediador para conseguirlo, todo esto siempre teniendo en cuenta el perfil de cada usuario para realizar una sesión individualizada y específica para cada caso. Todo ello ayudará al usuario a desarrollar o tener una autoimagen más ajustada y positiva. En este caso, se combinará la parte de la equitación con actividades que trabajen los conceptos de autoestima y autoconcepto, además de estar trabajándolos también cuando está realizando las tareas relacionadas con el caballo o la equitación.

Se pueden realizar diferentes ejercicios gimnásticos moviendo los brazos y piernas montados encima del caballo, que el usuario además de realizar un trabajo físico, mejora su capacidad de superación ya que, por ejemplo, tendrá que dirigir al caballo de un sitio a otro con una mano y con la otra en cruz o tocar la oreja del caballo, etc.; son múltiples los ejercicios que se pueden realizar a caballo y que permiten trabajar nuestros miedos e inseguridades.

El simple hecho de estar encima de un caballo es algo que suele causar impresión, ya que estas lejos del suelo, hay que adaptarse a su movimiento (de primeras puede resultar extraño)aunque hace que cuando el usuario vence todos sus miedos, aprenda a disfrutar de verdad (metáfora que puede trasladarse a nuestra vida).

Otro aspecto a recalcar es que el caballo proporciona una sensación de equidad con las demás personas al estar montado encima de él; esto se puede ver más claramente donde la afectación es más grave y los usuarios no presentan marcha autónoma (como en una parálisis cerebral) ya que con el caballo pueden desplazarse de un lugar a otro como los usuarios que si presenten marcha autónoma y que estén realizando las sesiones por otro tipo de afectación (como Autismo), o incluso en comparación con personas que no tienen ningún tipo de afectación.

Por otro lado, respecto al perro y, al igual que el caballo, también es un animal del que hay que preocuparse y que genera seguimientos de responsabilidad y preocupación por parte de los usuarios que acuden a terapia; ya que también se pueden plantear actividades como la higiene y aseo de este animal (variando en algunas cosas como en el instrumental de higiene utilizado si lo comparamos con el que se utiliza con los caballos) o dar un paseo tranquilamente por un parque.

Lo que cambia es el animal, sí que es cierto que el estar con un caballo puede generar más respeto y alerta a la hora de acercarnos, pero el perro también nos permite trabajar todos los aspectos mencionados anteriormente. Tocar a un perro ya es un reto para muchas personas, por lo que ya se considera un triunfo cuando esto sucede.

El que los usuarios acaben desarrollando sentimientos de confianza y mejora de su confianza y autoconcepto hace que presenten sentimientos de bienestar general , utilicen mejor sus habilidades y estrategias de afrontamiento lo que les permite adaptarse mejor a las situaciones, y al verse ellos mismos mejor, estar mejor con otras personas y, por tanto, relacionarse e interactuar mejor con ellas.

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